Con ocasión de las Primeras Comuniones, todos los años se nos hace presente también la Primera Confesión de los niños.
Tanto la Confesión como la Eucaristía es un don maravillo para el alma de nuestros hijos, no solamente en la primera vez; constituye un alivio y un alimento a lo largo de toda su vida.
También es una oportunidad para cada uno de nosotros sacerdotes, catequistas, padres, abuelos, etc.
La Iglesia nos lo recuerda en sus mandamientos. Mandamiento suena a imposición. Pero no es así, si lo recibimos como cuando nos dice nuestra madre: “Tienes que desayunar bien”. Nuestra Madre la Iglesia nos recuerda algo que es un bien para nosotros. Y también lo es para aquellos a los que queremos.
¿Quién no necesita curar sus heridas interiores? ¿Quién no necesita alimentar su alma? ¿Quién no necesita ser amado incondicionalmente?
Este es el medio que nos ofrece Jesús a través de estos sacramentos.
Por eso ponemos a vuestra disposición un guion para la Confesión o Reconciliación. Tanto para los más pequeños, como para los más mayores.
Y si por el motivo que sea no es útil para ti, ve al confesionario, y lo dices al sacerdote para que te ayude.