En ocasiones la vocación matrimonial se experimenta como algo doméstico, del propio hogar; una cosa de dos donde nadie debe entrar. Y en algún aspecto es así.
La donación mutua de los esposos configura la comunión matrimonial. Y de ahí, surge después la comunión familiar.
Esta experiencia de comunión, que va del matrimonio a la familia, se prolonga de nuestra familia a otras familias.
Por otro lado, a lo largo de nuestra vida seguramente experimentamos en algún momento las tensiones y el cansancio. En esos momentos necesitamos ser apoyados y acompañados.
Ese es el sentido del grupo de matrimonios, ser acompañados como persona y como familia. Y acompañar a otros que lo necesitan.